Contemplaba
la luna que daba luz a la noche, por un instante sintió deseos de lanzar una
piedra contra la farola que alumbrando su ventana perturbaba lo natural, encendió un cigarrillo que calmara su
turbación, su pensamiento comenzó a divagar por los recuerdos de las lunas
vividas, es curioso como ante un mismo hecho cada persona tiene su verdad,
pensó, y como esa verdad se distorsiona o amolda para convertirse en una verdad
cómoda que no hiera, como podía tergiversar la realidad de ese modo, era algo
que escapaba a su entendimiento, se había pasado la tarde haciéndole reproches,
al principio su enfado le pareció cómico por irracional y le fue contestando
con sarcasmos que acentuaron su obstinación, todo intento de razonamiento
coherente devino infructuoso, se levantó, cogió el bolso que colgaba del
respaldo de la silla y en un tono demasiado alto y poco cariñoso le dijo un
adiós que retumbó en sus oídos como la más atronadora tormenta, la mirada
inquisidora de las personas que allí se encontraban lo escudriñaron, empujo la
silla hacia atrás con su cuerpo y mientras apoyaba las manos sobre la mesa para
incorporarse atinó a decir, me parece que estoy jodido, y se encaminó despacio hacia
la puerta…, pensó que una noche como aquella no merecía ese final y arrancó a
su piano las notas de la suite de claro de luna de Debussy que embriagó a la luna rota...
Veda Lontana
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