Caminaba
a paso ligero cruzando por las callejuelas del casco antiguo de la ciudad, la noche era desapacible, el frío le dolía en
la cara y la humedad amenazaba con querer traspasar sus huesos, una ligera
llovizna comenzó a caer lo que hizo que aligerara su paso ya ligero, no eran
más de las diez pero la inclemencia del tiempo propiciaba que apenas hubieran
transeúntes por las calles. La llovizna comenzó a arreciar convirtiéndose en
lluvia y calando su abrigo de paño que caía con todo su peso sobre sus hombros,
sus pasos resonaban sobre los adoquines mientras el agua azotaba su cara helada,
atravesó corriendo la calle tropezando con un adoquín suelto cayó y, quedó
tendida en el suelo mojado, comenzó a reír de forma compulsiva mientras la
lluvia se cebaba con su cuerpo, se levantó soportando el peso de su abrigo que
le hizo perder el equilibrio cuando notó que unos brazos la sujetaban por
detrás, dejó escapar un grito que violentó la noche e intentó zafarse de esos
brazos que la apresaban con fuerza, se giró y se encontró frente a él, pelo moreno, barba canalla, mirada seductora y
rostro risueño, ¿pero tú sabes el susto que me has dado? le gritó -¿qué hacías
tirada en el suelo?-, tomando un baño, -venga vamos vas a pillar una pulmonía- la
cogió de la mano y aceleraron el paso; conforme avanzaban el sonido del blues
inundaba sus oídos, John Hooker gritó ella y como si estuvieran sincronizados ambos
gritaron al mismo tiempo, One Bourbon One Scotch One Beer, chocaron las manos
por la coincidencia y comenzaron a correr, el agua caía sobre ellos
incontinente, tan solo una calle los separaba de la buhardilla de él, ¿te
quedaras conmigo esta noche o saldrás corriendo como haces siempre? depende,
vamos corre ya llegamos ahora me cuentas de que depende. Se pusieron
ropa seca y abrieron una botella de vino, bueno, ¿me vas a contar ahora de que
depende que te quedes conmigo? de que mañana quieras que siga quedándome
contigo y pasado mañana quieras lo mismo y al otro también para que este
invierno no se convierta en el invierno de la desesperación, bebió un sorbo de
vino y la besó intensamente, cogió su cabeza entre las manos y mirándola a los
ojos le dijo, para mí fue la primavera de la esperanza, ahora estás aquí, puedes quedarte tanta noches como quieras lo
único que deseo es que no quieras salir corriendo. Lo atrajo hacia ella y
acarició su barba canalla, mojó el dedo en la copa de vino y lo pasó por sus
labios que después lamió, desabrochó su camisa botón a botón mientras
besaba su boca, posó sus manos en su torso descubierto que recorrió con
dulzura hasta que lo hizo estremecer, se dejaron caer en el sofá enredados en
besos, caricias piernas y brazos, si es necesario estaremos toda la noche
enredados, le dijo al oído, así amanecerás a mi lado…
Veda
Lontana